El insomnio en los niños

El sueño es de vital importancia para el correcto funcionamiento de nuestro organismo y para el bienestar físico, mental y emocional. Los problemas para dormir son muy comunes durante los primeros años de edad de los niños. Ciertos problemas para dormir son más comunes en algunas etapas del desarrollo y pueden ser el resultado de cambios o novedades en la rutina diaria. Salvo que los problemas para conciliar el sueño continúen o afecten a la actividad diaria de los niños, con el calor paternal puede ser suficiente para solucionarlo.

El insomnio infantil es un trastorno que se caracteriza por:

  • Dificultad  para conseguir dormirse solo
  • Despertarse continuamente durante la noche necesitando la presencia de los padres para volver a calmarse y conciliar el sueño
  • Sueño superficial y poco profundo
  • Dormir menos horas que las necesarias para la edad del niño

La mayoría de los adultos que sufren de insomnio, lo han padecido desde pequeños, por lo que es imprescindible que los niños aprendan a dormir solos desde bien pequeños. Salvo que existan complicaciones, desde los 6 meses de vida, cualquier bebé debería ser capaz de dormirse sólo según los especialistas.

Causas principales del insomnio

  • Malos hábitos del sueño

  • Cambios en  la rutina del bebé, como la llegada de un  nuevo hermanito, un cambio de casa, un viaje etc.

Consecuencias principales del insomnio

Una de las consecuencias del insomnio es la irritabilidad del bebé por la falta de sueño. Los bebes por ejemplo se vuelven más dependientes de la madre y los niños en edad escolar ven afectada su actividad diaria teniendo dificultadas para concentrarse y aprender.

Los niños que se despiertan continuamente durante la noche y necesitan de la presencia de su madre para volver a dormir, están adquiriendo un mal hábito. Si esta situación  se transforma en una rutina diaria, puede crear graves consecuencias tanto para el niño como para la armonía conyugal.

Según estudios, la mayoría de los casos de insomnio se deben a hábitos erróneos, por tanto, es necesario educar el hábito del sueño de los niños siguiendo como ejemplo algunas de las siguientes pautas:

  • Seguir una rutina de horarios de comidas y descanso

  • Ser constantes con las rutinas de antes de dormir, como cantar una canción o un cuento. Con esta rutina, no debemos tener como objetivo que el bebé se duerma, si no que asocie dicho momento como algo agradable antes de dormirse.
  • Se recomienda que los padres abandonen la habitación antes de que el bebé se duerma
  • Si mientras intentamos que el bebé concilie el sueño llora, debemos entrar en la habitación en intervalos de tiempo. Es decir, si el bebé llora, debemos entrar en la habitación por primera vez tras un minuto de llanto. Debemos consolarle, explicarle que no pasa nada, pero nunca sacarlo de la cuna. Una vez realizado este paso, abandonamos la habitación. Si el bebé sigue llorando deberíamos seguir entrando en el dormitorio a intervalos de tiempo cada vez más largos (cada 1,2, 3, 4 y 5 minutos). No hay que dejarlo nunca más de 5 minutos sólo. El objetivo de este método no es conseguir que el bebé se duerma, si no que gane confianza, seguridad y no tenga la sensación de haber sido abandonado.

Si un niño no ha superado a los 5 años de edad el insomnio, tiene más posibilidades de padecer trastornos de sueño el resto de su vida, sobre todo a partir de la adolescencia.

Se recomienda que los niños duerman determinadas horas al día en función de la edad que tengan. Como siempre decimos, cada niño es un mundo, y las necesidades de cada uno son diferentes, pero a grandes rasgos, las cantidades de horas que se recomienda dormir para que la falta de sueño no repercuta en la actividad diaria es lo siguiente:

  • Hasta los 6 meses: entre 17 y 14 horas

  • De 6 a 18 meses: 13 horas y media
  • A los 2 años: 13 horas
  • A los 3 años: 12 horas
  • A los 4 años: 11 horas y media
  • A los 5 años: 11 horas
  • Hasta los 10-11 años: 10-12 horas

Existen determinados alimentos que favorecen el sueño como los que nombramos a continuación:

  • Hidratos de carbono: pasta, arroz, legumbres, pan, fruta y vegetales.
  • Vitamina B6: frutos secos, huevos, legumbres y espinacas.
  • Ácidos grasos poliinsaturados: aceite de oliva, salmón, caballa, atún, y sardinas.

Otros alimentos, no son nada aconsejables para niños con dificultades en el sueño ya que pueden alterarlo, es el ejemplo de determinadas bebidas estimulantes o con cafeína, postres y dulces y proteínas como carnes y pescados, las cuales se conviene ingerirlas durante la comida.

Pero, además del insomnio, hay otra serie de trastornos que provocan una deficiente calidad del sueño, como son las pesadillas, el sonambulismo, los terrores nocturnos o la enuresis (mojar la cama).