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Según la estación del año en la que nos encontremos debemos vestir a nuestro bebé de una manera o de otra. Sobre todo en verano hemos de tener cuidado con que el bebé esté fresquito y no pase demasiado calor. Parece una tarea fácil, pero no lo es ya que en verano vamos de un lado a otro. Llegan las vacaciones, preparamos las maletas, sufrimos cambios bruscos de temperatura por los aires acondicionados, viajamos a lugares con diferentes temperaturas, vamos a la playa, a la montaña etc.
En esta estación del año, las temperaturas son altas y el cuerpo del pequeño reacciona sudando, como el resto de personas, pero su transpiración no es tan eficaz como la de un adulto debido a que la piel de los bebés es muy fina y no consigue aislar al organismo de la temperatura exterior lo suficientemente rápido. Además, su capacidad de termorregulación no es del todo eficiente, sobre todo durante los dos primeros meses de vida. Por ello, no debemos tapar a los niños más de lo necesario. Así evitaremos que aparezcan irritaciones cutáneas provocadas por el sudor.
Es necesario que adaptemos el vestuario de nuestros hijos a la nueva estación. Lo más recomendable en esta época del año es que el niño lleve ropa ligera y holgada (de algodón o hilo que dejan traspirar la piel y le proporcione bienestar) y llevar a mano un jersey de algodón en el caso de que refresque en las primeras o últimas horas del día.
Recomendaciones:
Para saber si el bebé tiene calor debemos tocarle el cuello y el tórax para saber si está caliente. Es posible que cuando el bebé sienta demasiado calor llore por lo que debemos quitarle ropa, darle líquidos y refrescarle la piel.